NUEVAS NORMAS PARA NUEVAS VIVIENDAS.

NUEVAS NORMAS PARA NUEVAS VIVIENDAS.

La sociedad cambia, con nuevos retos y con modificaciones que afectan a nuestro día a día y que impactan en cómo tienen que ser los aspectos más básicos de nuestros hogares. El pasado 1 de septiembre se ha publicado en el Boletín Oficial del País Vasco el Decreto por el que se regulan las condiciones mínimas de habitabilidad y normas de diseño de las viviendas y alojamientos dotacionales en la comunidad autónoma del País Vasco. Esta nueva norma aprobada por el Gobierno Vasco es fruto de un dilatado proceso de gestación, escucha y tramitación que incluye tres versiones contrastadas públicamente y más de 680 alegaciones, aportaciones y sugerencias de la ciudadanía y de la sociedad civil, que han sido analizadas una por una y de las que 185 pudieron ser finalmente incorporadas al texto, mejorando su versión inicial. También es fruto de una interlocución fluida y constante en todo momento durante tres años con los distintos agentes implicados en el sector de la vivienda y de la construcción.

Efectivamente han pasado tres años desde que en septiembre de 2019 durante un curso de verano de la EHU-UPV sobre vivienda que tuvo lugar en el Instituto de Arquitectura de Euskadi se presentara en sociedad el proyecto original de norma y sorpresivamente se desencadenara un acalorado debate en torno a una de las novedades que incluye el decreto: la incorporación de la perspectiva de género al diseño de la vivienda. En efecto, Euskadi incorpora la perspectiva de género a su normativa de habitabilidad, y somos la primera comunidad autónoma en hacerlo.

Pero no solo han pasado tres años, también una larga pandemia que, entre otras cosas, mediante el confinamiento puso en evidencia las limitaciones y carencias de muchas de nuestras viviendas y vino a corroborar la necesidad de no pocas de las otras novedades ya previstas en esta norma y que pasaron inadvertidas en un primer momento, como son el fomento de los espacios exteriores en la vivienda, una mayor flexibilidad y sobre todo versatilidad de los espacios de habitación que definen la vivienda. También unos requisitos mínimos de almacenamiento y, en general, unos estándares dimensionales más exigentes que permiten, entre otras cuestiones, incorporar la accesibilidad universal como criterio estándar de diseño mucho más allá de la reserva de viviendas adaptadas ya obligatoria desde hace décadas. Esta versatilidad es crucial en una sociedad que envejece como la nuestra, ya que permitirá en un futuro absorber, sin grandes cambios ni reformas en las viviendas, situaciones sobrevenidas de discapacidad o dependencia.

La incorporación de los espacios exteriores al programa mínimo de la vivienda y no únicamente su ‘despenalización’ en términos del cómputo de edificabilidad, como era la idea original al inicio de la andadura de esta norma, ha sido una vuelta de tuerca espoleada sin duda por la experiencia del confinamiento, siempre con el cuidado de no legislar en caliente pero conscientes de que es también en la normativa donde se define y defiende aquello que llamamos la ‘dignidad de la vivienda’ y que hoy en día un espacio exterior debe ser una condición sine qua non de la vivienda. Aunque hoy nos pueda parecer quizá excesivo, hay que recordar que hubo un tiempo en el que las viviendas no tenían cuarto de baño, y que hoy no las consideraríamos habitables sin él. Pues bien: lo mismo sucede con los espacios exteriores como balcones o terrazas, deben entenderse como estancias exteriores de la vivienda, pero estancias de pleno de derecho.

La pandemia ha cambiado mucho la percepción de nuestros hogares, cristalizando y precipitando anhelos sociales en torno a la vivienda que hasta entonces estaban recluidos únicamente en la esfera de expertos y académicos, pero que, desde el Departamento de Planificación Territorial, Vivienda y Transportes se tuvo el acierto de incorporar de forma anticipada a la nueva norma de habitabilidad gracias a una apertura de miras y una receptividad quizá poco común pero muy útil a la hora de regular. En este sentido cabe señalar que la nueva norma, que entrará en vigor noventa días después de su publicación, incorpora también un mecanismo para impulsar la innovación en vivienda, posibilitando así, siempre bajo determinadas condiciones y con garantías, materializar viviendas más experimentales que no se vean unívocamente sometidas al cumplimiento literal de la normativa y nos permitan avanzar y descubrir nuevos tipos de vivienda aún por inventar.

En definitiva, un largo proceso de gestación ha desembocado finalmente en una nueva norma, no exenta de complejidad, pero con un enorme potencial de desarrollo que sienta las bases para obtener viviendas más acordes con los tiempos en los que vivimos, fomentando la igualdad, la inclusividad, la innovación y, en definitiva, el buen vivir. Porque vivienda viene de vivir. No se trata de hacer viviendas post pandemia sino, hoy como ayer, de hacer buenas viviendas. La normativa, mal que les pese a algunos, es una conquista de la modernidad a la que no podemos ni debemos renunciar, sino que debemos actualizar para que responda a nuestras necesidades y a nuestros retos de futuro.

Artículo de opinión publicado en el Diario Vasco el 28 de septiembre de 2022.


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